Las Aulas Cooperativas Loyola con las que cuenta nuestro Colegio San José Villafranca pretenden responder mejor a los retos educativos actuales mediante un cambio metodológico ligado a una innovación imprescindible para los tiempos que vivimos.
La transformación de las aulas tradicionales en nuevos espacios viene acompañada de un gran esfuerzo en liderazgo pedagógico y formación del profesorado. Más allá de la notable renovación de los espacios, suponen el control de los tiempos para adaptarlos a las actividades diseñadas, la priorización de contenidos y el cambio metodológico frente a la excesiva rigidez y fragmentación en asignaturas, horarios y espacios del sistema educativo tradicional.
Las Aulas Cooperativas Loyola (ACLs) potencian el aprendizaje colaborativo de profesores y alumnos, la docencia compartida y el trabajo interdisciplinar, cuentan con un espacio mayor, dotado de gran flexibilidad y que posibilita diversas opciones de trabajo con un mayor número de alumnos, al tener una capacidad para integrar dos aulas en una sola.
Es una propuesta a nivel metodológico que combina los contenidos de forma interdisciplinar y cuenta como eje vertebrador el aprendizaje basado en proyectos multidisciplinares; apoyado en la docencia compartida con varios profesores en el aula, que permite varios ritmos y actividades en paralelo con la posibilidad de apoyos más directos de forma reposada en un aula anexa de cristal adherida al espacio principal.
Un diseño de aula estratégico en el que el profesor se convierte en un guía y el aula pasa a ser un contenedor de posibilidades organizativas donde aprender en colaboración con otros.
Debemos innovar /renovar en diferentes ámbitos: Reformular nuestra identidad pedagógica, otro es el de incidir en el qué enseñar, esto es, en los contenidos. Una parte importante de nuestras innovaciones debe centrarse en el cómo, esto es, en las metodologías. Para que una innovación metodológica se sostenga debe ir acompañada de una nueva forma de evaluar. Para innovar es imprescindible el trabajo en red.
Para que las innovaciones sean viables y calen en nuestros colegios debemos repensar nuestra forma de organizarnos y nuestra forma de trabajar. Es importante asegurar que en la nueva organización los directivos ejerzan un auténtico liderazgo pedagógico. Para que esto sea posible hay que liberarlos de las múltiples tareas burocráticas y de gestión que les ocupan en la actualidad.
La reforma metodológica que proponemos se basa en la utilización de diferentes maneras de organizar el aula, de combinar el trabajo individual y el cooperativo, de balancear adecuadamente el aprendizaje por recepción y el aprendizaje por descubrimiento. Lo importante es decidir las dosis de cada una de las diferentes metodologías en función de las características de los alumnos. Sin duda el trabajo por proyectos nos proporciona un marco que hace compatible y necesario el uso de las diferentes metodologías.
Antes de introducir las innovaciones es imprescindible realizar una poda, la priorización de contenidos es imprescindible para una óptima evolución.
Una determinada innovación nos interesa en la medida en que exista entre ella y la pedagogía ignaciana una clara sintonía. La innovación debe colaborar a conseguir los objetivos últimos que pretendemos en nuestros centros.
Debemos diseñar junto a una determinada innovación la manera como pensamos evaluarla.
Cualquier innovación queda enmarcada por unas coordenadas que la pueden facilitar o dificultar de forma notable. Esas coordenadas son los espacios, los tiempos y la forma de organizarnos. La sintonía con las familias es imprescindible.
En el “mercado pedagógico” hay muchos productos que responden a modas, normalmente efímeras. Por eso es muy importante distinguir “las voces de los ecos” antes de embarcar a todo un colegio por sendas que pueden ser de corto e incierto recorrido.
La evaluación que utilizamos marca de forma casi determinante la manera de aprender de los alumnos. La evaluación es un ámbito imprescindible para cualquier innovación. Debemos hacer una evaluación más centrada en actividades auténticas. Es imprescindible dedicar tiempo a la evaluación de procesos y potenciar la autoevaluación y la coevaluación.
Cualquier innovación debe ser liderada. Liderar significa ir por delante, tener una visión clara de adónde debemos ir, pero también significa estar al lado, ayudar al profesor a cambiar su forma de trabajar, crear equipos de profesores que se ayudan y potencian mutuamente, motivar para que se realice el esfuerzo que supone cualquier innovación o cambio, dar al profesorado el apoyo y la formación necesaria para emprender nuevas formas de trabajar. Tengamos claro en todo momento el mapa del cambio y de las innovaciones que pretendemos introducir y mostrémoslo sin miedo cuando se presente la menor oportunidad. Que el colectivo de docentes tenga claro que existe un mapa y que es compartido, es condición necesaria para que el cambio llegue a buen puerto.