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Y así, con nuevas incertidumbres y una sensación tan extraña, hemos alcanzado el final de las clases en nuestro Colegio. Vivimos días tan diferentes a lo que un final de curso nos tiene acostumbrados que es normal que echemos de menos el bullicio de los alumnos recogiendo todas sus cosas y saliendo con prisas imbuidos del espíritu libre que aporta la llegada de las vacaciones.

Son días en los que tendríamos que ir viendo cómo las clases se vacían y, en este curso, no había nada que vaciar, puesto que el silencio ya reinaba en ellas desde meses antes.

Y es que sigue vigente la rareza con que se fueron abandonando las aulas en aquellos días de marzo, entre la incertidumbre de una situación anómala para la que existían múltiples preguntas y dispersas respuestas.

Tareas, reuniones, balances e incluso exámenes por vía telemática, ¿quién lo iba a decir? Nos ha llegado de golpe, aunque en esta era de las nuevas tecnologías no debería resultarnos tan raro. Y sin embargo lo es, porque la formación en un Colegio es mucho más que aportar conocimientos de distintas materias. Aunque los docentes lo han intentado con la cercanía relativa de las llamadas o las videoconferencias, en este curso nos han faltado las miradas, las risas, los gritos, las lágrimas, los abrazos y las palabras frente a frente. Las emociones que aporta el contacto físico fueron la asignatura pendiente por la exigencia impuesta a raíz de la pandemia.

El curso acaba entre evaluaciones, éstas sí presenciales, de los docentes; presencias marcadas por mascarillas, geles y más distancia entre los asientos, … El curso termina con la sensación de haber hecho todo lo posible, dadas las circunstancias, pero con muchas dudas por lo que pasará más adelante.

Este virus ha roto nuestros esquemas, ha socavado nuestras seguridades, ha alterado nuestras rutinas y nos ha puesto frente a frente con la necesidad de estar en permanente alerta.

El curso acaba, los chicos demostraron estar a la altura de la situación, las familias respiran con cierto alivio y los docentes intentan recabar fuerzas para cerrar los trámites burocráticos que pongan punto y seguido a un ejercicio cuya superación ha exigido un sobreesfuerzo constante.

El Colegio seguirá en silencio con matices y el arco iris en el escenario de nuestro salón de actos nos recuerda que la ilusión se renueva cada curso. Feliz descanso a toda la comunidad educativa de nuestro Colegio, ¡feliz verano!

Laura Díez García,
Gabinete de Comunicación

 

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