Cuando uno se entrega al otro en todo lo que le pide, tienes que corresponder con todo tu ser y con todo tu poseer, y no es otra cosa que AMOR, en estado puro.
Ese amor como decía S. Ignacio tiene que ser más en las obras que en las palabras, y desde la libertad a decir que SÍ, que sí lo hago, sin ningún tipo de condicionamiento, más que el estar dispuesto a dar aquello en lo que crees y lo que te subyace, en lo que deseas…incluso a sabiendas que pierdes cosas, como tu tiempo libre, tu descanso, etc, arriesgas e insistes con el SÍ, sí lo hago.
Ese amor que manifestamos, sin ninguna condición a cambio, con el trabajo que llevamos a cabo en todo aquellos que se nos pide NOS HACE MÁS GRANDES, nos llena de AMOR PROFUNDO QUE ATRAVIESA LA ENTRAÑA de la realidad, de nuestra realidad, la de la FORMACIÓN PROFESIONAL, de cómo somos, de cómo actuamos, de nuestros errores y nuestros aciertos… pero sin lugar a duda de estar al SERVICIO DE LOS DEMÁS desde la LIBERTAD PLENA y con AMOR.